viernes, 26 de enero de 2007

La música del agua


«E Ilúvatar habló a Ulmo, y le dijo: –¿No ves cómo aquí, en este pequeño reino de los Abismos del Tiempo, Melkor ha declarado la guerra contra tu provincia? Ha concebido un frío crudo e inmoderado, y sin embargo no ha destruido la belleza de tus fuentes, ni la de tus claros estanques. ¡Contempla la nieve y la astuta obra de la escarcha! Melkor ha concebido calores y fuegos sin restricción, y no ha podido marchitar tu deseo ni ahogar por completo la música del mar. ¡Contempla más bien la altura y la gloria de las nubes, y las nieblas siempre cambiantes! ¡Y escucha la caída de la lluvia sobre la Tierra! Y en estas nubes eres llevado cerca de Manwë, tu amigo, a quien amas.
Respondió entonces Ulmo: –En verdad, mi corazón no había imaginado que el agua llegara a ser tan hermosa, ni mis pensamientos secretos habían concebido el copo de nieve, ni había nada en mi mùsica que contuviese la caída de la lluvia. Iré en busca de Manwë; ¡y juntos haremos melodías que serán tu eterno deleite!– Y Manwë y Ulmo fueron desde el principio aliados, y en todo cumplieron con fidelidad los propósitos de Ilúvatar.»
De la Ainulindalë, en: J. R. R. Tolkien, El Silmarillion, Minotauro, Barcelona, 1998, p. 19.

[La foto (detalle) es de un amigo. Gracias, Andrés.]

lunes, 22 de enero de 2007

El movimiento de los átomos

Pseudópodo escribió hace poco un artículo donde extraía una cita del libro ¿Qué es la vida? de Erwin Schrödinger. Este científico llegó, mediante el pensamiento discursivo, a un callejón sin salida, una contradicción entre dos premisas:
«I. Mi cuerpo funciona como un mecanismo puro que sigue las leyes de la Naturaleza.
II. Sin embargo, mediante experiencia directa incontrovertible, sé que estoy dirigiendo sus movimientos, cuyos efectos preveo y cuyas consecuencias pueden ser fatales y de máxima importancia, caso en el cual me siento y me hago enteramente responsable de ellas.»
Su conclusión:
«...que yo –es decir, yo en el sentido más amplio de la palabra, o sea, toda mente consciente que alguna vez haya dicho o sentido "Yo"– soy la persona, si es que existe alguna, que controla "el movimiento de los átomos", de acuerdo con las leyes de la naturaleza.»

martes, 16 de enero de 2007

Sobre el "ojo por ojo"

La ejecución de un exdirigente político ocurre por lo general desde una pretensión de justicia. Pero siempre deberíamos analizar detenidamente todo deseo de justicia y comprobar si pretende restaurar una situación de armonía que ha sido rota o si, por el contrario, se mueve por la sed de venganza. Y es que vengarse, matar al culpable, no armoniza nada, no arregla nada. No es hacer justicia, ni siquiera cuando el "ajusticiado" es alguien responsable de tanta muerte y dolor como en este caso. La violencia no se arregla con más violencia. Nunca lo ha hecho; la experiencia lo demuestra.

La pena de muerte es el intento de legitimación cultural, social, estatal, del deseo de venganza, algo que no produce jamás paz y reconciliación, sino miedo, resentimiento, odio y más violencia. Pero el asesinato de una persona nunca puede ser legítimo, porque se da precisamente desde esas emociones (justificadas o no mediante la razón), que atrapan al individuo o a la institución, lo que deslegitima todo acto que surja desde ahí.

En realidad, el ahorcamiento de aquel dictador es otra manifestación de la penosa situación en que se encuentra la humanidad. Es fácil constatar que hay mucho odio, mucho dolor, y con hechos como éste no se hace sino añadir más leña al fuego. La ley del Talión ha de entenderse en el contexto histórico en que surgió. Quizá, en cierto momento de la historia de la humanidad, la legislación del "ojo por ojo, diente por diente" representó un cierto avance respecto a barbaridades aún peores, pero el ser humano ha madurado desde entonces. Sabemos que la única salida, la única forma de encontrar soluciones reales a los conflictos, pasa por el diálogo entre las distintas partes desde el respeto mutuo, considerando al otro como legítimo desde sí. Sin embargo, todavía hoy quedan restos de esa extraña, terrible, ciega lógica que se alimenta del odio y el miedo.

Si queremos un mundo donde se pueda vivir en paz y estamos dispuestos a mirar a nuestro alrededor desde la verdadera libertad, haríamos bien en superar esa lógica perversa que tan a menudo en la historia ha sido utilizada por el poder para imponer y dominar. Los sabios, que son los más libres entre los hombres, lo han dicho muy claro:

"Ojo por ojo, y el mundo se quedará ciego" (Gandhi).