Una cita procedente del ámbito islámico:
«No sólo nuestras alegrías y pesares no son más que falsas sensaciones sugeridas por antiguas costumbres ancestrales, sino que son las mismas convenciones sensoriales de los hombres que le han conferido a la materia el aspecto que hoy día posee. No es que el ambiente haya creado al hombre: en realidad es el hombre que ha creado el ambiente con una especie de cristalización exterior del contenido de su conciencia…» (‘Abdul-Hâdî, Páginas dedicadas al sol [vía Baldanders]).
Leí la misma idea en su día a Guénon, y también en boca de don Juan, en los libros de Castaneda, y creo que tiene relación con el tema de la realidad consensuada: la sociedad determina de común acuerdo la realidad que perciben sus miembros, en un esfuerzo agotador que les deja sin apenas energía para percibir una realidad más amplia. Puede que este asunto tenga que ver con el concepto guénoniano de la solidificación progresiva del mundo.
Pero quedándonos con la cita del sufí sueco (también llamado Ivan Aguéli), me recuerda mucho a esto otro que dice, con un lenguaje diferente, Eckhart Tolle, refiriéndose a las profecías tradicionales sobre "un nuevo cielo y una nueva tierra":
«Aquí tenemos que comprender que el cielo no es un lugar físico, sino que se refiere al reino interior de la conciencia. Este es el significado esotérico de la palabra, y también es el significado que tiene en las enseñanzas de Jesús. La tierra, por su parte, es la manifestación externa con forma, que siempre es un reflejo de lo interior. La conciencia humana colectiva y la vida en nuestro planeta están intrínsecamente conectadas. "Un nuevo cielo" es la emergencia de un estado transformado de la conciencia humana, y "una nueva tierra" es su reflejo en el plano físico. Como la vida humana y la conciencia humana son intrínsecamente una unidad con la vida del planeta, cuando la vieja conciencia se disuelva tendrá que haber trastornos naturales geográficos y climáticos, sincrónicos en muchas partes del planeta, y ya estamos presenciando algunos de ellos.» (Eckhart Tolle, Un nuevo mundo, ahora, cap. 1).
No sé en qué medida estas dos citas expresan la misma realidad, pero creo que van a lo mismo. Si bien es verdad que Tolle no habla de los cambios que hubiera podido haber en el pasado en ese sentido, me parece que lo que dice sobre la influencia en el ámbito físico del cambio de conciencia que se está empezando a producir hoy sería aplicable también a otros momentos de la historia.
Es cierto que ahí entramos en el terreno de la especulación, puesto que seguramente no tenemos pruebas válidas para el pensamiento racional, y puede ser un terreno fértil para la fantasía. Pero, aunque es una noción que resulta muy extraña al pensamiento moderno, parece formar parte de la sabiduría común a las diversas tradiciones espirituales. Me parece que es de esas cosas que quedan fuera de la estrecha comprensión de la conciencia mental-racional y se clarifican desde un punto de vista integral. De todos modos, seguramente verificarlo no es una tarea de las más acuciantes, no lo sé.
Sin irse demasiado lejos (aunque puede ser un tema apasionante, si uno se atreve a poner entre paréntesis las convenciones de la cultura científica), uno puede quedarse con un mensaje sencillo: mi mirada configura mi experiencia vital; el mundo refleja la conciencia, las vivencias externas responden en el fondo a las expectativas íntimas. Es fácil (o no tan fácil, según) ver esto respecto a lo personal, lo individual, mediante la introspección.
¿Y a nivel macrocósmico? Que el mundo está cambiando lo puede ver cualquiera. Que esos cambios (y los venideros, sean más espectaculares, o no) responden a un cambio de conciencia de la humanidad, se diga con el lenguaje que se prefiera, será algo que ya iremos comprobando, seguro.