Últimamente, en internet, todo se puede puntuar. Discos, libros, artículos, noticias, opiniones... Todo se somete a la puntuación democrática del público, que para eso somos ciudadanos, inteligentes, y libres, para puntuar las cosas del 1 al 10... Es una de las mejoras sociales de la red, como el etiquetado, el exhibicionismo del ego o las listas de cosas favoritas.
(Nada hay malo en sí, por otra parte, y a todo se le puede dar un giro creativo, pues todo tiene un propósito noble, que espera oculto a que alguien lo desvele... me parece.)
Hay algo en nosotros que se siente muy a gusto puntuando. Qué placer siente eso cuando su valoración de la realidad queda inmortalizada (o eso le parece) en el cambiante juego de luces de la pantalla, eso tan efímero. Es la vieja manzana del árbol, el "me gusta" y el "no me gusta" del niño, con ínfulas intelectuales a veces. Eso que en nosotros disfruta etiquetando, fotografiando, separándonos de las cosas, poniéndonos las cadenas, eso ha encontrado en internet un espacio de proyección de ensueño (por su aparente falta de límites materiales). Como el pez en su red.
(Actualización: No hagamos concesiones a la negatividad. Hay que señalar que el asunto del puntuar, pese a conllevar un importante componente de ilusión y falsedad, puede tener su utilidad en ciertos contextos, para orientarse por la opinión de una mayoría en determinada búsqueda concreta en una bibliografía o una discografía, por ejemplo. Es cierto que las estadísticas son una construcción mental, artificial, pero pueden resultar útiles en función de algo. Y, además, en mano de cada uno está el uso que hace de las cosas. Lo importante, como siempre, es, me parece, no perder de vista que el mapa no es el territorio.)
La verdad es que sí, ahora todo es puntuable... Lo cual, no sé hasta qué punto es beneficioso, porque es como si pusiéramos un precio a todo, cualquier cosa que ves, ya tiene su puntuación, ya tiene una valoración que inevitablemente te condiciona...
ResponderEliminarCreo que tienes razón, Cristina. Yo creo que cuando valoras una cosa, cuando piensas "me gusta" o "no me gusta", ya estás limitándote y condenándote a no ver verdaderamente la cosa. Pero eso es un comportamiento disfuncional común a todos y difícil de superar. Pero claro, al ponerle una puntuación a todo me parece que el problema se agrava. No sólo me parece injusto ponerle puntuación a algo que siempre es único, como si se tratara de un examen. Además, uno se limita todavía más en su experiencia vital (la que sea), porque en lugar de disfrutar de la cosa tal como es, se conforma con analizar, comparar y etiquetar. Como tú señalas, ahí hay un condicionamiento, y eso siempre resta libertad y calidad.
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