miércoles, 19 de noviembre de 2008

Dos almas

Hojeando un libro de cuentos de Clarín que he de releer, me he topado con este fragmento que subrayé en su momento:

«Parece que hay dos almas –se decía a veces–; una que se va secando con el cuerpo, y es la que imagina, la que siente con fuerza, pintorescamente; y otra alma más honda, más pura, que llora sin lágrimas, que ama sin memoria y hasta sin latidos... y esta alma es la que Dios se debe de llevar al cielo.»

Leopoldo Alas "Clarín", "Doña Berta".


"Una que se va secando con el cuerpo"... Me parece una imagen poderosa. Todo esto no es más que una manera de hablar y no se trata de creerse el dualismo, claro; pero me parece que da una idea bastante aproximada de ese falso yo con el que nos identificamos, ese que se escapa de la realidad y sufre.

"Y otra alma más honda": ¿el hondón del alma?

"Que llora sin lágrimas": ¿que es capaz de sentir tristeza y dolor sin sufrir?

"Que ama sin memoria y hasta sin latidos": sin apego, entiendo, y por tanto sin sufrimiento, sin pérdida. A veces unas pocas palabras sobre el amor tienen mucho más sentido que todo un tratado teológico.

Descartes y el burro

A propósito del famoso "pienso luego existo" de Descartes, ayer me contaron un chiste genial:

Va un burro y dice: "¡Qué raro! No pienso, y sin embargo existo...".

lunes, 10 de noviembre de 2008

Comentarios sueltos

Por alguna razón –no sé si pereza o prudencia–, anoto sin desarrollar:

• Vi eXistenZ de David Cronenberg. No me pareció memorable, pero sí inquietante e interesante por mostrar el peligro al que estamos constantemente expuestos: no vivir libres en la vida real sino atrapados en mundos ilusorios.

• Revisité Blade Runner de Ridley Scott tras algunos años. Veo ahora que el gesto compasivo final del replicante aporta una luz inesperada a toda la oscuridad asfixiante que le precede. Aunque sólo fuera por esa escena merecería la pena ver la película.

• Disfruté las Narraciones inverosímiles de Pedro Antonio de Alarcón, del XIX. "El Amigo de la Muerte" es amenísimo y sorprendente y, aunque me va a tocar trabajar y profundizar en el relato, anoto de momento mi perplejidad: ¿de verdad ha habido una transformación para que el protagonista acabe salvándose?

Actualizado:

• Terminé también otra obra del XIX, la novela Pepita Jiménez de Juan Valera. Bonita y amena, conmovedora a la par que sobria, moderadamente sentimental. La mística es tratada con respeto, creo. El propio Valera comentó que en su libro había burla "del falso ascetismo y del misticismo mal fundado". Encuentro que la psicología del personaje don Luis de Vargas puede dar un buen ejemplo de cómo un ego que quiere ser santo sigue siendo un ego; o, con otras palabras, de cómo una idea, por muy elevada que sea, no es más que una idea.

Actualidad

Bailaban en mi cabeza estas dieciocho palabras combinadas:
Por fin los políticos están de acuerdo en algo:
todos quieren estar en el club de los poderosos.

Veo la imprecisión, la falsedad, la injusticia de las palabras. ¿Bastará, para evitarlo, con añadir que "sí, salvo honrosas excepciones", o cambiar "todos" por "los dos"? Excepciones siempre las hay, y "los dos" es demasiado obvio y no menos injusto que "todos", e igualmente impreciso.

No hay remedio. Las palabras son lo que son: toda fidelidad a la realidad es ficción. Como en la política y en los medios. No se les puede pedir demasiado.