lunes, 25 de junio de 2007

Subrayando ficciones

Anoto aquí algunos textos breves entresacados de las Ficciones de Borges, subrayados por alguna razón en las páginas del ejemplar que leí hace poco. Indico entre paréntesis la página y el relato*.

«Menard –recuerdo– declaraba que censurar y alabar son operaciones sentimentales que nada tienen que ver con la crítica.» (p. 44, "Pierre Menard, autor del Quijote").

«La gloria es una incomprensión y quizá la peor.» (p. 54, "Pierre Menard...").

«El catorce de febrero me telegrafiaron de Buenos Aires que volviera inmediatamente, porque mi padre no estaba "nada bien". Dios me perdone; el prestigio de ser el destinatario de un telegrama urgente, el deseo de comunicar a todo Fray Bentos la contradicción entre la forma negativa de la noticia y el perentorio adverbio, la tentación de dramatizar mi dolor, fingiendo un viril estoicismo, tal vez me distrajeron de toda posibilidad de dolor.» (p. 128, "Funes el memorioso").

«Lo cierto es que vivimos postergando todo lo postergable; tal vez todos sabemos profundamente que somos inmortales y que tarde o temprano, todo hombre hará todas las cosas y sabrá todo.» (p. 132, "Funes...").

«A los pocos minutos creí notar que mi aparición era inoportuna; procuré congraciarme con el Inglés; acudí a la menos perspicaz de las pasiones: el patriotismo.» (p. 138, "La forma de la espada").

«Lo que hace un hombre es como si lo hicieran todos los hombres. Por eso no es injusto que una desobediencia en un jardín contamine al género humano; por eso no es injusto que la crucifixión de un solo judío baste para salvarlo. Acaso Schopenhauer tiene razón: yo soy los otros, cualquier hombre es todos los hombres, Shakespeare es de algún modo el miserable John Vincent Moon.» (p. 142, "La forma...").

«Mi razonable amigo estaba razonablemente vendiéndome.» (p. 144, "La forma...").

«A los lados del tren, la ciudad se desgarraba en suburbios; esta visión y luego la de jardines y quintas demoraron el principio de la lectura. La verdad es que Dahlmann leyó poco; la montaña de piedra imán y el genio que ha jurado matar a su bienhechor eran, quién lo niega, maravillosos, pero no mucho más que la mañana y que el hecho de ser. La felicidad lo distraía de Shahrazad y de sus milagros superfluos; Dahlmann cerraba el libro y se dejaba simplemente vivir.» (p. 210, "El Sur").


[*]: En: Jorge Luis Borges, Ficciones, Alianza, Madrid, 2005.

sábado, 16 de junio de 2007

El cinturón eléctrico



Cuando vi este anuncio en un número de la revista Arte Joven, de 1901, me hizo gracia. Por fin lo he encontrado digitalizado [más grande y legible, aquí].
Me acuerdo, al leerlo, de aquello que decía M.ª Victoria Escandell Vidal sobre la evolución de la publicidad. Si bien hoy se utiliza una persuasión emocional, basada en la identificación del consumidor con un estereotipo y con la recompensa psicológica que se deriva, no siempre fue así:

«Desde sus inicios hasta hace aproximadamente 30 o 40 años, la publicidad trataba de destacar las propiedades positivas del producto que se anunciaba: apostaba, en cierto sentido, por la persuasión racional, ofreciendo razones objetivas para comprar el producto o utilizar el servicio anunciado.»
(M.ª Victoria Escandell Vidal, La comunicación, Gredos, Madrid, 2005, p. 102.)

Sin duda, el anuncio del Cinturón Eléctrico Galvani se esforzaba por persuadir al lector con palabras. A pesar de ese halo de ingenuidad que hoy percibimos en la publicidad de antaño, ya no sé si hay ahí más respeto que en la actual por el cliente o "potencial consumidor", pero sí me parece un anuncio, en cierto sentido, más simpático, menos sofisticado (¿menos retorcido?), al menos en apariencia, que los de nuestra televisión, los cuales tratan de movernos disimuladamente, aprovechando la tendencia humana inconsciente a la identificación con necesidades ficticias.

De todos modos, ¿por qué parece ingenuo? ¿Hay en la actualidad menos inocencia, más desconfianza, más voluntad (y medios) de controlar al otro sin que se note?

Por otro lado, aún no he podido averiguar a qué "cataforesis" curativa se refería el anuncio. Según la información que he encontrado, la cataforesis es un proceso de desplazamiento de partículas cargadas dentro de un campo eléctrico hacia el polo de signo opuesto o cátodo. Si alguien está enterado, se agradece cualquier aclaración.

lunes, 11 de junio de 2007

Buenos días

"Según cómo uno dé los buenos días...": En esta entrevista, la monja budista y cantante Ani Choying Drolma toca, desde su experiencia, temas como el perdón, la espiritualidad o la música. Una muestra:

«Tengo 36 años. Nací y vivo en Katmandú. En Nepal hay muchas escuelas para monjes. Yo he fundado la primera para monjas y vivo ahí. La política debería beneficiar a todos, pero los políticos sólo se benefician a sí mismos, y los más honrados son engullidos por el sistema. Espiritualidad es desarrollar las cualidades del corazón. (...) Estamos ocupados en que los demás nos escuchen, y eso rompe la comunicación. (...) La música es mi instrumento, tal como la palabra es el suyo. Pero fíjese en que las palabras no son la entrevista... ¿De qué son instrumento sus palabras y mi música...? De su corazón y su mente, de mi corazón y mi mente. (...) Todos queremos ser felices y estar bien, centrémonos en ello: si yo le trato bien, usted sonreirá. Si usted sonríe, yo también sonreiré. Si yo le grito, usted dejará de estar feliz y me tratará mal, y yo le trataré todavía peor. Lo que siento lo transmito y se me devuelve.»

jueves, 7 de junio de 2007

¿Quién despertó?

Cuento breve:

«Cuando despertó, el dinosaurio todavía estaba allí.»*

Es breve, pero plantea incógnitas que dan mucho juego. A mí me parece especialmente sugerente el quién. ¿Quién despertó? ¿Y si el sujeto de "despertó" fuera equivalente en algún sentido al "dinosaurio"?

[*]: Augusto Monterroso, La oveja negra y demás fábulas (1969).

[Extra: El cuento más breve del mundo (vía: 1 y 2).]

viernes, 1 de junio de 2007

¿Quién es el autor del poema?

«La felicidad lo distraía de Shahrazad y de sus milagros superfluos; Dahlmann cerraba el libro y se dejaba simplemente vivir.» (Jorge Luis Borges, "El Sur").
Hablábamos del dejarse vivir. Acaso se halle en este poema una pista o una respuesta a la duda de qué decían esas palabras en el Borges de "El Sur"; o quizás aumente con su lectura el número de preguntas. (Merece la pena escucharlo en la voz de su autor.)

Borges y yo

Al otro, a Borges, es a quien le ocurren las cosas. Yo camino por Buenos Aires y me demoro, acaso ya mecánicamente, para mirar el arco de un zaguán y la puerta cancel; de Borges tengo noticias por el correo y veo su nombre en una terna de profesores o en un diccionario biográfico. Me gustan los relojes de arena, los mapas, la tipografía del siglo XVIII, las etimologías, el sabor del café y la prosa de Stevenson; el otro comparte esas preferencias, pero de un modo vanidoso que las convierte en atributos de un actor. Sería exagerado afirmar que nuestra relación es hostil; yo vivo, yo me dejo vivir para que Borges pueda tramar su literatura y esa literatura me justifica. Nada me cuesta confesar que ha logrado ciertas páginas válidas, pero esas páginas no me pueden salvar, quizá porque lo bueno ya no es de nadie, ni siquiera del otro, sino del lenguaje o la tradición. Por lo demás, yo estoy destinado a perderme, definitivamente, y sólo algún instante de mí podrá sobrevivir en el otro.

Poco a poco voy cediéndole todo, aunque me consta su perversa costumbre de falsear y magnificar. Spinoza entendió que todas las cosas quieren perseverar en su ser; la piedra eternamente quiere ser piedra y el tigre un tigre. Yo he de quedar en Borges, no en mí (si es que alguien soy), pero me reconozco menos en sus libros que en muchos otros o que en el laborioso rasgueo de una guitarra. Hace años yo traté de librarme de él y pasé de las mitologías del arrabal a los juegos con el tiempo y con lo infinito, pero esos juegos son de Borges ahora y tendré que idear otras cosas. Así mi vida es una fuga y todo lo pierdo y todo es del olvido, o del otro.

No sé cuál de los dos escribe esta página.

De: El hacedor (1960).

«Todo es del olvido». Quizá resuene aquí el famoso verso de Bécquer (de la rima LXVI):
En donde esté una piedra solitaria
sin inscripción alguna,
donde habite el olvido,
allí estará mi tumba.
Ignoro si el dejarse vivir de acá tiene alguna relación con el de allá, pero mereció la pena el viaje; algunas preguntas son un tesoro: ¿quién es el autor del poema "Borges y yo"? Y aunque preferiría acabar con esta pregunta, no me resisto a citar al propio Borges (en la conferencia sobre La poesía y el arrabal, dictada en 1963) para liar aún más las cosas, si cabe:
«Señoras y señores: Uno de los primeros versos del Evangelio según San Juan dice, si no me equivoco, "El Espíritu sopla dondequiera". Y ahora a esta cita voy a agregar otra que parece más diversa (...) Se trata de una cita de Bernard Shaw. A éste le preguntaron: "¿Usted cree realmente que el Espíritu Santo ha escrito la Biblia?", y Bernard Shaw contestó: "No sólo la Biblia, sino todos los libros que vale la pena releer." Es decir, para Bernard Shaw, el Espíritu Santo es lo que antiguamente llamaban la Musa.»