miércoles, 30 de diciembre de 2009

Sobre la atención y la dispersión en el mundo actual

Creo que es un hecho que a los niños y a los adolescentes de hoy les cuesta cada vez más estar atentos a una sola cosa durante un período más o menos razonable de tiempo. Lo puedes ver cuando interactúas con ellos. Sobre todo les ocurre a muchos adolescentes: están a menudo dispersos, tienen muchos frentes abiertos, están pendientes de muchas cosas, y eso genera, para empezar, problemas de aprendizaje en la escuela. Pero se trata de un problema que nos afecta a todos y me parece que está aumentando.


Las causas

Es un fenómeno multifactorial, pero creo que la razón fundamental es ésta: la sociedad fomenta la dispersión, de forma consecuente con la cultura egoica de la que es expresión. Vivimos en una sociedad en la que somos bombardeados por múltiples fuentes de información desde que nos levantamos hasta que nos acostamos. Tenemos acceso a muchísima información a través de los medios de comunicación, y la información viene a nosotros aunque no la busquemos. La publicidad está en todas partes, invadiendo nuestro espacio personal. Los móviles, Internet, forman parte de nuestra vida diaria y se vuelven con facilidad adictivos. Se nos ofrecen múltiples formas de ocio para escapar del vacío que sentimos. Y las generaciones que viven de esta manera transmiten esa forma de vivir a sus hijos. La televisión, que para bien o (más a menudo) para mal es uno de los tres pilares actuales (junto con la familia y la escuela) de la educación de los niños, muestra unos modelos que llevan a error, que fomentan una manera de vivir que produce infelicidad, porque surgen de la inconsciencia, del ego o lo que es lo mismo, de los intereses económicos de los grupos empresariales que hay detrás. A los que controlan la televisión les interesa única o principalmente el índice de audiencia, porque en esta cultura lo primero es el beneficio propio, acumular riqueza, el deseo de más, e interesa que el público haga funcionar esa maquinaria. Vivimos en una civilización gobernada por el ego que alimenta al ego, la inconsciencia, la dispersión, más que nunca antes en la historia de la humanidad. De esta manera, se puede manejar al pueblo mucho mejor. A más inconsciencia, menos libertad.


La dispersión es un problema

Últimamente he leído y oído algunos comentarios que presuponen lo siguiente: esta dispersión de los niños y adolescentes (y de los adultos), esa capacidad o hábito de estar constantemente en muchas cosas al mismo tiempo, no es negativa o incluso es positiva. Según este modo de verlo, simplemente ocurre que las cosas cambian y las personas se adaptan al medio, así que el fenómeno puede ser incluso positivo para la evolución del ser humano. O, simplemente, no se juzga el fenómeno, siguiendo esa línea relativista de nuestro tiempo que se niega a reconocer la verdad de cualquier valor.

Yo creo que esa dificultad para estar atento a una sola cosa es un grave problema, que esa dispersión genera dificultades e infelicidad. ¿Por qué? Porque la dispersión es expresión de la inconsciencia y genera inconsciencia. Estar en muchas cosas al mismo tiempo significa que no estamos realmente en ninguna. Somos menos conscientes porque estamos identificados con la multiplicidad del mundo exterior y con la superficialidad de la mente pensante, y perdemos el contacto con la profundidad del mundo interior. Hacer varias cosas al mismo tiempo, como por ejemplo comer y ver la tele, o estar en diez asuntos a la vez al conectarse a Internet (el trabajo, el messenger, las descargas, varias webs abiertas en el navegador, la música...), todo eso provoca fácilmente que nuestra mente esté distribuida en muchos puntos del exterior y nuestra energía dispersa e inefectiva, con lo cual no nos enteramos de lo que estamos haciendo, no nos centramos en nada y nos perdemos en la inconsciencia. Una cosa nos lleva a otra, un enlace nos lleva al siguiente y, cuando nos damos cuenta, estamos en una web que no tiene nada que ver con lo que nos habíamos propuesto buscar en un principio. Hemos caído en la inconsciencia, nos hemos dejado controlar por el medio en lugar de utilizarlo como herramienta. Y, por tanto, somos menos libres.


La dispersión genera infelicidad

¿Por qué la dispersión es garantía de infelicidad? Porque sólo a través de centrarse en lo concreto está uno en contacto con la interioridad y con los pies en la tierra. Sólo metiéndome en la cosa concreta que estoy haciendo me vuelvo más consciente, más despierto y por tanto más libre de los condicionamientos que me limitan a respuestas automáticas. Cuando vivo en el presente, la mente se aclara, los pensamientos se acallan, las emociones que oscurecen la mente se diluyen, y sencillamente surge un bienestar natural que de otro modo no es posible experimentar. Cualquiera puede hacer la prueba para verificarlo por sí mismo: no hay nada mejor para superar un estado mental destructivo que poner toda la atención en lo que se está haciendo en el presente. El presente es esa situación o esa actividad concreta que hay o que estoy haciendo en este momento. Por lo tanto, cultivar la atención a lo concreto favorece la felicidad y la libertad interior, mientras que cultivar la dispersión genera sufrimiento e inconsciencia.

Esto se ha sabido siempre, y siempre se ha fomentado esta manera de vivir en lo concreto, de distintas maneras, desde las tradiciones espirituales y a través de las culturas tradicionales basadas en la interioridad (sobre todo en Oriente). Es una de las cosas que en la cultura moderna se han perdido y a las que se ataca sistemáticamente desde el modelo consumista y capitalista, porque este sistema es fundamentalmente un sistema antiespiritual, materialista y egoísta. Falta la dimensión espiritual, ese aspecto fundamental de la vida humana que nos sostiene y nos hace crecer de verdad. Esta dimensión espiritual se cultiva a través de la atención. Por eso creo que, si este sistema sigue por el mismo camino, generará más y más sufrimiento para todos.


Soluciones

Para atajar este problema, tendríamos que actuar desde varios frentes. Algunos ejemplos que se me ocurren. Mientras la televisión siga fomentando modelos erróneos que alimentan la ilusión egoica, deberíamos controlar el tiempo que nuestros hijos pasan viéndola, así como los contenidos. Desde la familia, además de sembrar unos valores auténticos basados en el amor y el respeto, se debería procurar enseñar a los niños a vivir en el presente, a hacer sólo lo que están haciendo en este momento y no muchas cosas a la vez y ninguna en profundidad. Por ejemplo, apagar la tele a la hora de comer: en ese momento, lo que toca es comer y nada más que comer. Es simple pero efectivo. Es respetar la comida y el comer, y a uno mismo. En el campo de la enseñanza, lo que podríamos hacer es ofrecer a los alumnos un espacio distinto, alejado de los valores tóxicos del sistema, un espacio donde se les permita hacer justamente lo que están haciendo. Ayudar a los niños a que se den cuenta por sí mismos de que la cosa concreta merece respeto y atención redunda en la construcción de personas más maduras y respetuosas, más conscientes y más libres.

En educación, se está fomentando, por decreto, el uso de las TIC o nuevas tecnologías en el aula. Podríamos entrar en el asunto de por qué se está fomentando. Bajo mi punto de vista, está claro que lo que hay detrás son los intereses económicos puros y duros del sistema: hay que sostener una industria, hay que dar salida a unas inversiones, hay que alimentar este sistema donde priman la productividad y el consumo desmesurados, porque si no se desmoronaría. Este progreso es una maquinaria inconsciente que no hay quien la pare y que posiblemente va directa al colapso.

Pero siguiendo con este tema, la inclusión de las TIC no tendría por qué ser algo negativo, si sirviera para enseñar a los niños a utilizarlas conscientemente. Pero, si sirve para introducir esa dispersión también en el aula, simplemente agravará el problema. Incluir Internet, el messenger, los sms o la consola de videojuegos Wii como métodos de enseñanza es peligroso en ese sentido, y el profesor debería actuar muy conscientemente en su trabajo para evitar que la influencia dispersora que esos medios tienen en el mundo actual se cuele en el aula. ¿Qué mejor regalo, qué mejor aportación pueden hacer los profesores a los alumnos que brindarles la oportunidad de vivir unas horas al día en un espacio libre del ruido exterior, un espacio de sencillez y concreción donde puedan aprender a vivir de otra manera, aprender a vivir en el presente a través de lo que estén haciendo? Escribir en un papel con un lápiz o en una pizarra natural con una tiza es, además de mucho más barato y sostenible que el tablet PC y la pizarra digital, una manera de vivir en contacto (con las manos, con el cuerpo) con la realidad física, corporal, natural, concreta que nos rodea, en lugar de correr el riesgo de perderse en ese reflejo del mundo mental que es lo virtual. Pero el tema de las TIC da para una reflexión aparte y lo dejo para otro momento, además de que no tengo experiencia como para hacer un juicio consecuente.


Cultivemos la atención

En conclusión, creo que, si queremos una sociedad sana que sirva de apoyo para la maduración de las personas, si queremos una sociedad de personas maduras, felices, respetuosas, solidarias, una acción muy valiosa y fructífera será cultivar y fomentar la atención a lo concreto en lugar de la dispersión. No es ninguna tontería. Es, seguramente, incluso una cuestión de supervivencia. Sólo haciéndonos más conscientes en nuestra vida cotidiana, recuperando el vínculo con la dimensión espiritual del ser humano, cultivando así el respeto por nosotros mismos, por los otros, por las cosas, por la Tierra... la especie humana tendrá futuro sobre la faz de la Tierra. Y, en eso, creo que la atención tiene una relevancia fundamental.

9 comentarios:

  1. Saludos, Daniel. Creo que este escrito es de lo mejor que te he leído, ya no sólo por el contenido sino también por la estilística y la estructura. Es muy bueno. La crítica es un género interesante, pero como bien demuestras aquí tú puedes dar mucho de ti en estas otras lides.

    Me gusta cómo usas sin temor conceptos como "espiritualidad" o "relativismo", tan denostados por el abuso (digo "abuso" no como sinónimo de "exceso", sino de "violación") que algunos han hecho de ellos. No hay que permitir que nos secuestren las palabras, y nos mermen así la riqueza del vocabulario castellano.

    Un abrazo.

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  2. ¿Qué buscamos en las nuevas tecnologías? Primero hay que aprender a separar el grano de la paja, y luego aprovecharlas como una herramienta más, con maravillosas posibilidades. Contestando al chiste de tu entrada anterior, yo en internet he encontrado mucho más de lo que buscaba.

    Pero es verdad que falta esa educación para utilizarlas, como dices aquí parece que sean la solución a todo, pero no garantizan una enseñanza de calidad. Esto me recuerda que el programa Redes de Eduard Punset ha dedicado un par de capítulos a la educación y al efecto de introducir la meditación en las escuelas y cómo los niños reaccionan con mucha más concentración (en Estados Unidos, donde siempre van por delante). Me pareció demasiado bonito para ser verdad, no sé qué te parecerá a ti.

    Suerte con tu futuro trabajo, hasta otra,
    h.

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  3. Gracias Antonio, por tus amables palabras. Yo también creo que merece la pena respetar las palabras. Sobre este tema que apuntas, desde hace algún tiempo me ronda de vez en cuando la idea de escribir algo sobre el cambio de sentido que han experimentado algunas palabras y el cambio de significante que han experimentado algunos conceptos en el campo de la espiritualidad, concretamente desde principios del XX hasta la literatura espiritual actual. Es un tema delicado, porque pienso que el lenguaje es para entendernos, y en ese sentido me parece natural que ahora se usen unas palabras más actuales y otras se hayan dejado de usar, pero no deja de ser necesario a veces restituir a algunas palabras importantes el sentido original que se les ha dejado de ver fuera de círculos muy concretos. Pienso, por ejemplo, en palabras que hoy son generalmente malentendidas (debido a ese abuso que apuntas) como esoterismo, metafísica, física, etc. A veces he observado que uno acostumbrado al lenguaje de la metafísica de la primera mitad del XX, y uno acostumbrado al lenguaje de la literatura espiritual actual, pueden estar hablando perfectamente de lo mismo y sin embargo, por esas trampas del lenguaje, ver separaciones u oposiciones donde seguramente no las hay, o no tanto como se cree. Hay que tener siempre cuidado con las palabras, me parece, para no engancharse al dedo que señala la luna.

    Hiniare, desde luego, estoy de acuerdo contigo en cuanto al uso adecuado de las nuevas tecnologías. Pienso que cualquier recurso puede ayudar si se utiliza con cuidado y conscientemente. No he visto esos capítulos de Redes que comentas, pero me gustaría mucho. A mí me parece estupendo introducir la meditación en las escuelas, y es más, conozco casos concretos en los que se ha hecho algo en ese sentido, y los resultados han sido, efectivamente, muy positivos. Pienso que ese es un campo que se va a explorar en los próximos años, y creo que precisamente es eso lo que hace falta en este mundo: no tanto palabras sino hacernos más conscientes de lo que somos, y para eso, las técnicas de meditación son un camino perfecto e incluso providencial en estos tiempos tan críticos que estamos viviendo. Gracias por los buenos deseos y hasta ahora.

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  4. Pues ánimo: si lo que te ronda termina convirtiéndose en palabra escrita, no dudes en publicarlo aquí. Tomando lo que dices como adelanto, estoy seguro de que será interesante.

    Por cierto: la figura del dedo que señala la luna siempre me ha parecido sencillamente genial... La palabra, por bella que sea, tan sólo es lenguaje: intenta traducir, "señalar", un concepto, pero nunca lo consigue completamente porque sólo el concepto en sí mismo puede hacerlo... El mundo de los conceptos... De eso escribiré yo algún día, cuando regresen mejores tiempos.

    ¡Feliz Año!

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  5. Es una imagen preciosa y creo que muy clara. Por eso la tengo en la columna de la derecha del blog: para que no se me olvide que lo que escribo no son más que palabras. Tienes razón, las palabras no aciertan a transmitir del todo los conceptos, las ideas. Pero yo creo que la imagen aún puede ir más allá. Los chinos son muy poco especulativos, poco dados a lo conceptual. Creo que la luna es la realidad inefable, no el concepto; el dedo es tanto palabras como conceptos.

    ¡Feliz año a ti también!

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  6. Me gusta la seriedad y la profundidad con la que has abordado el tema.

    En determinadas situaciones debo admitir que no me considero exento de tales dispersiones y reconozco la gravedad del asunto, sobre todo si tenemos en cuenta la importancia capital de la "concentración" en toda práctica espiritual, como bien apunta Guénon en el texto que citaste en Imaginatio Vera.

    No es por ser conservador ni retrógrado, pero no me parece positivo que, por poner un ejemplo, un adolescente pueda preparar una monografía tomando información obtenida únicamente de la web y se pierda completamente la experiencia de explorar distintos libros y tomar notas en el silencio de una biblioteca.

    Hay que decir también que lo que trae aparejado también esa dispersión es una disminución notable de ciertas facultades mentales que pueden ser provechosas para fines más elevados que el estrictamente académico, como lo son la memoria y la imaginación.

    Un abrazo.

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  7. Ay Dani, qué te voy a decir de lo de las tecnologías, si lo hemos hablado ya unas cuantas veces... Dentro de unos años cuando los profesores eduquen y enseñen que hay programas muy buenos que no necesitan que enriquezcamos a los de siempre, cuando los gobiernos inviertan en la formación del profesorado, tanto en las tics como en todos los aspectos, cuando los padres se den cuenta de que la educación en el colegio depende del apoyo que le den a los profesores, cuando... Ya sabes que no estoy de acuerdo con el mundo. Pero me quedan ya pocas esperanzas de que esto vaya a mejor porque solo se potencia el egoismo, como dices, el consumismo... todos los valores que no conducen a nada y que por cierto, detesto... Y a pesar de todo me hago profesora, para cambiar el mundo. Qué ilusa...

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  8. Sahaquiel, me temo que de la dispersión no nos libramos nadie. Se dice que la atención es como un pozo sin fondo; siempre se puede profundizar más y más. El Buda habla sobre los beneficios de la atención en el Sutra de la Atención, y va rebajando el tiempo que haría falta para actualizar la naturaleza esencial si se la practicara en todo momento, de siete años, seis, cinco, así hasta una semana, y aún podría haber rebajado más. Tal es la condición de nuestra mente que no para quieta, la loca de la casa, que apenas conoce lo que es estar verdaderamente atento, en el estado normal de ilusión egoica o pecado original. Y aún hay más dificultades en estos tiempos. Me alegro de que también a ti te parezca un asunto importante.

    Pienso que lo que dices sobre los estudiantes es muy cierto. Experimentar el silencio de la biblioteca y la compañía de los libros es algo que uno se debería dar la oportunidad de experimentar y disfrutar. Sería una pena perder eso en favor de internet. Afortunadamente, todavía no se puede preparar una monografía universitaria en condiciones dependiendo sólo de la red. O eso creo... Por otro lado, me parece significativo el hecho de que el espacio de la biblioteca, con ese silencio y esa fuerza de tanta gente concentrada, favorece la atención.

    Un abrazo.

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  9. Cristina, seguro que no cae en saco roto lo que hagamos como profesores, si lo hacemos entregados y disfrutamos del asunto como de un juego. Además, no creo que se nos pida cambiar el mundo. Tal como yo lo veo, con hacer lo que toque hacer bien despierto, entregado y abierto a la situación, es suficiente, y una acción así tiene un poder más transformador que cualquier estrategia docente o cambio en el sistema educativo.

    En cuanto a los valores tóxicos del sistema, seguro que (si Dios quiere que acabemos trabajando como profesores) tendremos la oportunidad de hacer algo al respecto. Aunque sea un poquito.

    ¡Abrazos Cristina!

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