sábado, 17 de marzo de 2012

Carta abierta a un amigo: Sobre Origen y presente

Querido P.:

Me pides que te cuente algo acerca de Origen y presente, de Jean Gebser. Como te dije en una carta anterior, hace un tiempo creé un blog con la intención de hacer un seguimiento de mi lectura del libro, que había emprendido con muchas ganas. Mi idea era ir escribiendo conforme leía sus capítulos, reflexionando y comentando al mismo tiempo que se desarrollaba el diálogo entre el autor y yo, documentando lo que fuera surgiendo en el proceso: las dificultades, las comprensiones, las resonancias, los gustos y rechazos que me suscitara.

Se quedó en nada. La enormidad, la complejidad y la densidad del librito (con sus novecientas y pico páginas, incluyendo el extenso aparato de notas), me hicieron pensármelo mejor. Vamos, que no me vi capaz de procesar en mi interior la información y la profundidad de cada capítulo y convertirla en un post coherente. Tal vez lo haga cuando lo lea por segunda vez. En lugar de eso, preferí sumergirme en su lectura, con calma y sin presiones, pero sin pretender profundizar demasiado, detenerme o volver sobre mis pasos. Me costó unos dos meses.

Dicho esto y para contestarte, tengo que decirte que ha merecido la pena. Es un libro para releerlo y estudiarlo en profundidad, y parece resultar difícil incluso a los especialistas, por lo que me han comentado de un caso en particular. Pero yo, de momento, me conformo con una primera lectura. Te puedo decir que, para mí, con todo lo denso que se me ha hecho a veces, leerlo ha sido un diálogo muy enriquecedor, aun habiendo hecho sólo una lectura superficial. Ha hecho tambalear ideas que tenía asentadas desde hace años y ha arrojado luz sobre ciertas cosas. Y aún lo sigue haciendo, una vez devuelto a la estantería. En algunos momentos, ha resultado inspirador. En otros, me ha suscitado rechazos, lo cual siempre es de agradecer, para ver los propios apegos.

Ahora voy a intentar resumirte brevemente el libro. Expone su tesis sobre la naturaleza de la conciencia, o más bien su despliegue a lo largo de la historia del hombre. Pero más que una tesis es un intento de explicar con palabras un saber experiencial, una verificación. De aquí parten las ideas que otros autores han divulgado sobre los distintos niveles de la conciencia (arcaica, mágica, mítica, mental), que han ido apareciendo en la historia y que perviven en nosotros, actualmente de forma no armónica, debido a los problemas generados por la conciencia racional, desarrollo deficiente de la conciencia mental. Su propuesta es el próximo paso, la conciencia integral, que integra y restituye en su lugar, armónicamente, a todas las anteriores, y que el autor veía asomar ya en su época (el libro se publicó en 1949-1953) en manifestaciones artísticas y otros síntomas. En la primera parte, explica y desarrolla las distintas conciencias y su relación entre sí. En la segunda parte, habla más detalladamente de esas pistas que encuentra en el arte pictórico, la literatura, la música, las ciencias, la filosofía y otros campos. Para él, la clave se encuentra en la aparición del tema del tiempo, ya que una de las características fundamentales de la nueva conciencia es la libertad del tiempo.

Tal vez podría decirse que el enfoque del libro es más o menos antropológico, pero es también un libro espiritual, porque incluye y apunta a la dimensión espiritual del ser humano, lo que él llama el origen siempre presente, que se actualiza a través del despliegue de la conciencia, y que, de acuerdo con el autor, se hará efectivo para la humanidad al alcanzarse y asentarse la conciencia integral, y se hace efectivo en cada uno de nosotros en la medida en que vivimos en el presente y abiertos a esa realidad de fondo, reconociendo y dando presencia (podría decirse así) a los distintos niveles que operan en nosotros, liberándonos de su influencia sin reprimirlos. Al mismo tiempo, es un libro muy muy erudito, y también muy serio y riguroso, muy honesto en su exposición, y muy crítico con las corrientes de pseudoespiritualidad, ocultismo, espiritismo, y otras de esa índole, que él explica como un retroceso a lo mágico. Si lo que te he contado te suena un poco a new age en el sentido despectivo que se suele dar a la expresión, te recomendaría que le dieras aun así una oportunidad. Esa etiqueta, por lo demás, me parece muy injusta, porque con ella se meten en el mismo saco, sin distinción, cosas de muy distinta naturaleza. En el caso de Gebser, está especialmente fuera de lugar, y de hecho, desde su teoría es posible discernir muy bien entre el grano y la paja. Diría que es un libro muy en sintonía con la espiritualidad tradicional, particularmente el cristianismo y el Zen, aunque evita entrar en los terrenos de la mística o la teología, y habla siempre con un lenguaje propio, funcional, de acuerdo a su deseo de transmitir una visión actual y abierta de la realidad. Por otra parte, es bastante crítico con los tradicionalistas tipo Guénon, así que no hay dónde encasillarlo. Por otro lado, ha influido mucho en diversos autores serios. Que yo conozca, Ken Wilber; supongo que conoces sus estudios sobre la conciencia.

Como ves, al final me he animado a escribir algo sobre el libro. Y lo he hecho abriendo un blog, así que te agradezco la petición, que me ha impulsado a retomar la idea y empezar a escribir. No será el blog temático sobre Origen y presente que había planeado, aunque posiblemente escribiré alguna cosa sobre él aquí. De momento, si te interesa el tema de la conciencia, y sabiendo que te interesa la ciencia, la religión y sus roces, yo te lo recomendaría sin dudar, porque me parece muy clarificador en ese tema. Además, otro aliciente para ti es que en el libro habla bastante de física cuántica, que creo que te interesa. Heisenberg en particular admiraba la obra de Gebser, por cierto.

Nos seguimos leyendo.

Un abrazo,
D.

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