miércoles, 1 de noviembre de 2006

Comunicación y percepción de la realidad

La aportación de la Pragmática al estudio del lenguaje, la lengua y la comunicación me parece muy sugerente. Es un punto de vista novedoso porque ahonda en la realidad de los procesos comunicativos, abandonando la visión abstracta establecida para plantear las cosas de una forma mucho más realista. Creo que es un proceso lógico que va parejo al de otras ciencias relacionadas con los procesos mentales, como la psicología cognitiva o la neurociencia. Tengo la impresión de que en muchas ramas del saber científico moderno, o mejor en sus vanguardias, se están abandonando las abstracciones y la dependencia de las teorías, en una visión más libre de los prejuicios heredados, para profundizar en la realidad del ser humano como ser en relación consigo mismo, con el medio y con otros miembros de la especie. Al caer los conceptos, emergen realidades y preguntas que arrojan una nueva luz sobre la naturaleza humana, porque no surgen de ideas derivadas de esquemas de pensamiento, sino de la constatación de los hechos. Una luz no tan nueva, por otra parte, ya que los descubrimientos de dichas vanguardias científicas comienzan a coincidir con los saberes experienciales de las tradiciones milenarias de sabiduría.

La comunicación, de M.ª Victoria Escandell Vidal, es un libro corto y accesible que sirve muy bien para trabar un primer contacto con la profundización que hace la Pragmática sobre los estudios del proceso comunicativo. Hay un párrafo que me ha llamado especialmente la atención:
«El considerar que lo determinante son las representaciones internas que cada uno hace de los diferentes elementos de la situación comunicativa (y no los elementos mismos) permite resolver el problema de la heterogeneidad de los factores que intervienen en la comunicación sin necesidad de ningún tipo de estipulación adicional: todos ellos intervienen bajo la forma de ’representaciones internas’; varía su contenido, pero no su formato. Así, lo que determina nuestra actividad no es tanto la situación tal y como es, o la relación con el interlocutor definida de una manera objetiva, sino más bien la situación tal y como la percibimos, o la relación tal y como nos la representamos. Esto ofrece una explicación natural a la subjetividad de nuestras acciones y de nuestros comportamientos: reaccionamos ante las cosas en función de cómo las percibimos y nos las representamos. Esto explica también buena parte de los malentendidos que se producen: un error en la conceptualización de uno de los elementos basta para desencadenar fallos en la comprensión.»
(M.ª Victoria Escandell Vidal, La comunicación, Gredos, Madrid, 2005, pp. 31-32.)
Y me ha llamado la atención por lo que supone el texto que marco en negrita. Es una constatación que trasciende el marco específico de la Lingüística, al menos tal como era entendida y abordada hasta ahora. Apunta a la naturaleza humana al reconocer, quizá sin pretenderlo, que una comprensión nítida de la comunicación y el lenguaje es esencial para comprender al ser humano en sus contradicciones. Si reflexionamos sobre las implicaciones, se plantea una cuestión que es fundamental en el budismo pero que también se encuentra en el origen de todas las tradiciones, religiosas o no, y que ahora hace suya la ciencia desde una perspectiva cada vez más interdisciplinar, como no podía ser de otro modo: si aceptamos que nuestra interpretación del mundo es errónea debido a nuestras "representaciones internas", y que esa conceptualización equivocada es la causa de la desarmonía con nosotros, con los otros y con el medio, las preguntas surgen por sí solas: ¿cuántos problemas del mundo actual –y sobre todo de nuestra vida diaria– se deben a esa percepción o representación errónea en el diálogo que establecemos con el otro o lo otro? ¿Cómo ser verdaderamente libres, cómo despertar de ese espejismo, cómo curar ese desarreglo? ¿No es ésta una cuestión fundamental?

1 comentario:

  1. Comentarios a la entrada en su anterior ubicación:


    Autor: Toni

    Amigo Daniel, esta es mi opinión al respecto:

    El lenguaje humano, con toda su riqueza, no es lo suficientemente sutil como para expresar nítidamente la concepción del que se expresa con él... Y es que el mundo psicológico es mucho más sutil que el que puedan encerrar los matices de todas las palabras del universo... ¿Cuántas veces se discute, queriéndose decir lo mismo, porque los interlocutores no son capaces de hacerse entender el uno al otro?

    Las palabras, al igual que las ideas e imágenes que nos formamos en la mente para comprender el entorno, son conceptos abstractos que no se identifican con el objeto sino que simplemente lo representan. Desde nuestra propia perspectiva, claro: por lo tanto, las palabras y las ideas son siempre subjetivas.

    ¿Qué triste, verdad? Pese a nuestros esfuerzos por contactar los unos con los otros, pese a esa intuición que nos dice que nos parecemos tanto y estamos tan cerca, somos islas incomunicadas.

    Un fuerte abrazo.

    Fecha: 02/11/2006 14:37.


    Autor: Daniel

    Hola, Toni. Muchas gracias por compartir tu opinión en este tema.

    Creo que tienes razón en cuanto a la subjetividad de las palabras y las ideas. No son sino símbolos que remiten muy imperfectamente a las realidades a las que pretenden representar. Desde la perspectiva de las posibilidades del lenguaje humano, estoy de acuerdo contigo en que es imposible establecer un verdadero contacto verbal entre nosotros sin que la relación dependa de nuestras "representaciones internas", con lo que parece que nunca podemos llegar a comunicarnos realmente con una persona. Estoy contigo en que resulta desalentador darse cuenta a veces de que, a pesar de querer decir en el fondo lo mismo, dos interlocutores no son capaces de establecer una conexión que garantice una comunicación eficaz. De hecho, pienso que este es uno de los principales problemas del mundo actual: que no somos capaces de establecer un diálogo enriquecedor desde el respeto de los unos a los otros con nuestras diferencias.

    En relación con la desazonadora paradoja que planteas -que creo que nos afecta a todos de manera muy real y que, por desgracia, para algunas personas llega a resultar trágica-, en mi opinión no somos en el fondo islas incomunicadas, sino que existe un tipo de comunicación especial entre todos nosotros, más profunda, que a veces se manifiesta como por sí sola o nos percatamos de ella, sin abstracciones de por medio, sin necesidad de palabras. Medios más sutiles como una sonrisa en un momento preciso que surge del corazón y hace vibrar a otro corazón en la misma frecuencia, una mirada de mutuo reconocimiento, una emoción de profunda empatía... Destellos que dejan entrever, quizá, una comunicación más profunda que las palabras, más relacionada con el sentir que con el pensar. El respeto al que he aludido antes surgiría, de alguna forma, de este nivel, como un reconocimiento de igualdad (a un cierto nivel) entre los interlocutores. Por eso creo que no somos islas, o al menos sólo lo somos en la superficie de nuestra conciencia. El problema, para mí, reside en el hecho de que, normalmente, sucede como lo planteas, a todos los efectos. Por eso he aprovechado el texto de Pragmática para sugerir la cuestión de si es posible entablar un "diálogo" (y cómo) a un nivel más profundo con las personas y con las cosas, tema en el que el Budismo, al que mencionaba, y las demás tradiciones, tienen mucho que aportar, me parece.

    Es un placer contar con tu presencia, amigo. ¡Un abrazo!

    Fecha: 02/11/2006 17:09.


    Autor: Toni M. Jover

    He experimentado esa comunicación especial de la que hablas... pero siempre es pasajera. Es cierto que si mi intuición salva las distancias con el otro, aun sólo sea por unos instantes, es porque la distancia es salvable. Pero la consistencia de esa superficie de nuestra conciencia, como tú la llamas, debe ser extremadamente gruesa y persistente pues una y otra vez me vuelve a separar de los demás. Como dices, el problema es que el 99 % de las veces sucede así: estamos lejos.

    Sin embargo, mi respuesta a tu pregunta sería que sí, que se puede entablar ese "diálogo" pues efectivamente en ocasiones tiene lugar -o al menos así lo sentimos-. La cuestión quizá radicaría en cómo conseguir que ese diálogo sea permanente.

    Y el placer es mío ;-) Hasta pronto, Dani. Y ánimo con tu nueva etapa bitacorista.

    Fecha: 03/11/2006 05:22.


    Autor: Pseudópodo

    Daniel, si te interesa la pragmática, deberías leer a Watzlawick, no sé si lo conoces. Todos sus libros son, además de interesante, amenos (lo que no es poco tratándose de estos temas). Quizá el más completo y sistemático es "Teoría de la comunicación humana", pero también son muy recomendables "¿Es real la realidad?" y "Cambio".

    Un saludo

    Fecha: 09/11/2006 15:12.


    Autor: Daniel

    Gracias, Pseudópodo, por la recomendación. No he leído a Watzlawick pero me apunto los libros que citas.

    Un placer, saludos.

    Fecha: 09/11/2006 20:01.

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