La ejecución de un exdirigente político ocurre por lo general desde una pretensión de justicia. Pero siempre deberíamos analizar detenidamente todo deseo de justicia y comprobar si pretende restaurar una situación de armonía que ha sido rota o si, por el contrario, se mueve por la sed de venganza. Y es que vengarse, matar al culpable, no armoniza nada, no arregla nada. No es hacer justicia, ni siquiera cuando el "ajusticiado" es alguien responsable de tanta muerte y dolor como en este caso. La violencia no se arregla con más violencia. Nunca lo ha hecho; la experiencia lo demuestra.
La pena de muerte es el intento de legitimación cultural, social, estatal, del deseo de venganza, algo que no produce jamás paz y reconciliación, sino miedo, resentimiento, odio y más violencia. Pero el asesinato de una persona nunca puede ser legítimo, porque se da precisamente desde esas emociones (justificadas o no mediante la razón), que atrapan al individuo o a la institución, lo que deslegitima todo acto que surja desde ahí.
En realidad, el ahorcamiento de aquel dictador es otra manifestación de la penosa situación en que se encuentra la humanidad. Es fácil constatar que hay mucho odio, mucho dolor, y con hechos como éste no se hace sino añadir más leña al fuego. La ley del Talión ha de entenderse en el contexto histórico en que surgió. Quizá, en cierto momento de la historia de la humanidad, la legislación del "ojo por ojo, diente por diente" representó un cierto avance respecto a barbaridades aún peores, pero el ser humano ha madurado desde entonces. Sabemos que la única salida, la única forma de encontrar soluciones reales a los conflictos, pasa por el diálogo entre las distintas partes desde el respeto mutuo, considerando al otro como legítimo desde sí. Sin embargo, todavía hoy quedan restos de esa extraña, terrible, ciega lógica que se alimenta del odio y el miedo.
Si queremos un mundo donde se pueda vivir en paz y estamos dispuestos a mirar a nuestro alrededor desde la verdadera libertad, haríamos bien en superar esa lógica perversa que tan a menudo en la historia ha sido utilizada por el poder para imponer y dominar. Los sabios, que son los más libres entre los hombres, lo han dicho muy claro:
"Ojo por ojo, y el mundo se quedará ciego" (Gandhi).
La pena de muerte es el intento de legitimación cultural, social, estatal, del deseo de venganza, algo que no produce jamás paz y reconciliación, sino miedo, resentimiento, odio y más violencia. Pero el asesinato de una persona nunca puede ser legítimo, porque se da precisamente desde esas emociones (justificadas o no mediante la razón), que atrapan al individuo o a la institución, lo que deslegitima todo acto que surja desde ahí.
En realidad, el ahorcamiento de aquel dictador es otra manifestación de la penosa situación en que se encuentra la humanidad. Es fácil constatar que hay mucho odio, mucho dolor, y con hechos como éste no se hace sino añadir más leña al fuego. La ley del Talión ha de entenderse en el contexto histórico en que surgió. Quizá, en cierto momento de la historia de la humanidad, la legislación del "ojo por ojo, diente por diente" representó un cierto avance respecto a barbaridades aún peores, pero el ser humano ha madurado desde entonces. Sabemos que la única salida, la única forma de encontrar soluciones reales a los conflictos, pasa por el diálogo entre las distintas partes desde el respeto mutuo, considerando al otro como legítimo desde sí. Sin embargo, todavía hoy quedan restos de esa extraña, terrible, ciega lógica que se alimenta del odio y el miedo.
Si queremos un mundo donde se pueda vivir en paz y estamos dispuestos a mirar a nuestro alrededor desde la verdadera libertad, haríamos bien en superar esa lógica perversa que tan a menudo en la historia ha sido utilizada por el poder para imponer y dominar. Los sabios, que son los más libres entre los hombres, lo han dicho muy claro:
"Ojo por ojo, y el mundo se quedará ciego" (Gandhi).
Comentarios a la entrada en su anterior ubicación:
ResponderEliminarAutor: Toni Martínez Jover
No puedo sino estar de acuerdo contigo, Daniel. Además de una barbarie, de una pantomima grosera, de un espectáculo obsceno, la ejecución pseudo-pública de cierto tirano medio-oriental no ha hecho justicia: muy al contrario, le ha dado a un genocida la oportunidad de mirar con superioridad moral a la cara de sus verdugos, de redimirse en cierta manera, ante sí mismo -lo cual ni es nuestro problema ni nos afecta- pero también ante los ojos de muchos: ahora, se ha convertido en mártir. Más peligroso que un guerrero vivo es un mártir muerto.
Y que eso no lo sepan los lumbreras del nuevo orden mundial... Pfff...
Abrazos, Dani. Un placer leerte, como siempre.
Fecha: 19/01/2007 18:50.
Autor: jorge
El problema es que las lumbreras del nuevo orden mundial lo saben y lo utilizan en beneficio propio, y además es lo único que buscan con todo ello, la justicia es algo que resulta patético en todo este asunto.
Gracias por la visita y los comentarios (la recomendación me la apunto, los conozco pero no le he dado muchas escuchas), empezaré a curiosear por aquí.
Fecha: 19/01/2007 20:26.
Autor: Daniel
Toni, el placer es mío. Esta dinámica de hacer falsos mártires es muy común por esos lares, por desgracia. Pero aún más estremecedor, si cabe, me parece que algún líder mundial valorara positivamente el hecho en nombre de la Libertad y la Justicia. Temible.
Jorge, gracias a ti. En semejante escenario como el que tenemos la justicia no es más que una palabra vacía, y en la boca de algunos o en determinados contextos resulta hasta obscena. Esperemos que el engaño del poder no llegue un día a hacerse absoluto.
Ya contarás qué te ha parecido el disco de Mountains. El primero que sacaron no me dice tanto, pero "Sewn" me está pidiendo más y más escuchas, lo que no me suele pasar con un disco de ambient.
Salud a ambos.
Fecha: 20/01/2007 17:09.