jueves, 22 de noviembre de 2007

Alejandro bajo el mar (II)


Tras relatar la aventura submarina de Alejandro, el autor de nuestro Libro de Alexandre pasa a dar cuenta de las reflexiones que la inmersión suscitó en el rey:
Otra fazaña vió en essos pobladores:
vío que los mayores comién a los menores,
los chicos a los grandes teniénlos por señores,
maltrayén los más fuertes a todos los menores.

Dize el rey: «Sobervia es en todos lugares,
es fuerça en la tierra e dentro en los mares,
las aves esso mismo, nos catan por eguales;
Dios cofonda tal viçio que tien tantos lugares.

»Naçió entre los ángeles, fizo muchos caer,
derramó por las tierras, diole Dios grant poder,
la mesura non puede su derecho aver,
ascondió su cabeça, non osa pareçer.

»Qui más puede más faze, non de bien mas de mal;
qui más ha más quïere, muere por ganar al;
non verié de su grado ninguno su egual;
mal pecado, ninguno non es a Dios leal.

»Las aves e las bestias, los omnes los pescados,
todos son entre sí a vandos derramados;
de viçio e de superbia son todos entecados,
los flacos de los fuertes andan desafïados.»

Si como lo sabié el rëy bien asmar
quisiesse a sí mismo a derechas judgar,
bien devié un poquillo su lengua refrenar,
que tan fieras grandías non quisiesse bafar.

De su grado el rey más oviera estado,
mas a las sus criazones faziéseles pesado;
temiendo ocasión que suel venir privado,
sacáronlo bien ante del término passado.
Fueron con su señor alegres las mesnadas,
vinién todas veerlo menudas e granadas,
besávanle las manos tres o quatro vegadas,
dezién: «Agora somos, señor, resuçitadas.»
Son las estrofas 2316 a 2323, siguiendo la edición de Jesús Cañas en Cátedra.

Alejandro se percata, al observar la vida de los seres del mar, de que la ley del más fuerte funciona también entre los animales. En la imagen de la cabecera (originaria de un libro copiado en Flandes hacia 1340), podemos ver, en efecto, cómo los peces grandes se están dando un festín con los pequeños; por cierto que parecen disfrutar con ello. Los mayores se comen a los menores; los chicos a los grandes los tienen por señores; los fuertes, ay, maltraen a los débiles.

En un principio, extraña que el rey identifique esa conducta que observa en los animales con la soberbia, un vicio que se suele aplicar con exclusividad a los seres humanos. Soberbia es, según el DRAE, "altivez y apetito desordenado de ser preferido a otros". Esta definición recuerda el origen del fenómeno según el relato religioso: aquello que trajo la ruina a los ángeles caídos. Es precisamente esta historia la que recuerda el rey en su reflexión, oponiendo la soberbia a la mesura. Creo que, aquí, el autor señala que ese vicio que afecta a los hombres tiene su base o su origen en una tendencia natural propia de las condiciones de la vida o la existencia en este mundo. En este sentido, la soberbia afecta a todas las criaturas. Pero existe aquí, me parece, una diferencia radical: mientras que los animales no tienen alternativa, el ser humano sí la tiene. El animal mata para alimentarse, es matado para alimentar; en él esta ley es, no sólo lo natural, sino la manifestación del amor universal en el ámbito que le toca; es un proceso armónico que sostiene la vida en el planeta. Pero el rey aborda el asunto desde su punto de vista, humano, y es lógico que se duela al comprobar que el amor, tal como fue anunciado por el Redentor, está lejos de ser practicado en todas partes. En los hombres, seres autoconscientes, la soberbia se revela como ese vicio que nos aleja de nuestra verdadera naturaleza y nos impide establecer, cuando se manifiesta, una convivencia armónica basada en el respeto al otro.

Así dice Alejandro: quien más puede, más hace, no para bien sino para mal; quien más tiene, más quiere y muere por conseguir más cosas. El conquistador todavía es lo suficientemente fiel a su sabiduría para percatarse de que el deseo de poseer y dominar es un vicio que aleja de Dios y lleva a la insatisfacción permanente y la ruina. Pero, como oportunamente recuerda después el autor, bien haría el rey en atender a lo que dice y aplicarse el cuento. En efecto, la sed de Alejandro no tiene límites. Una vez conquistada la tierra y el agua, ¿qué le impedirá completar el dominio del cosmos entero? Ascenderá a las alturas (elemento aire) con la ayuda de su ingenio y unos grifos, pero Natura, persuadida de su próximo descenso a los infiernos (elemento fuego), pondrá los medios necesarios para frustrar la desmedida sed de conocer (y poder) que caracteriza al rey. Su muerte está cercana, una muerte que, parece, podemos considerar efecto de la hybris, desmesura que, como en los modelos clásicos, le conducirá inexorablemente a un merecido castigo.

Pesó al Crïador que crió la Natura,
ovo de Alexandre saña e grant rencura,
dixo: «Este lunático que non cata mesura,
yol tornaré el gozo todo en amargura.
Él sopo la sobervia de los peçes judgar,
la que en sí tenié non la sopo asmar;
omne que tantos sabe judiçios delivrar,
por qual juïcio dio, por tal deve passar.»

Estas palabras, que el autor pone en boca del Creador, confirman el destino de Alejandro: si conocer conlleva el deseo de poseer, dominar, anular el objeto del conocimiento, entonces el resultado es que uno mismo queda anulado en esa relación mal planteada. El rey se ha excedido en su sed de conocimiento y dominio, condenándose a sí mismo por ir contra la ley del amor, que es la ley de la vida. Esto parece claro, pero me da la impresión de que, si nos proponemos comprender lo mejor posible una literatura tan caleidoscópica como la medieval, no podemos concluir con un juicio tan definitivo como éste. Así, es también cierto que muchos pasajes exhalan un aroma a simbolismo que hace pensar que esconden, además del sentido aparentemente moral que da el autor a su final, otros más particulares (aunque quizá más universales en su sentido), escondidos a lo largo de la obra, los cuales se nos escapan en un artículo como este.

[La imagen ha sido tomada de Alexander in images.]
[Viene de "Alejandro bajo el mar (I)".]

2 comentarios:

  1. ¡Hola!
    Acabo de poner una entrada en mi blog, sobre un portal románico que muestra a Alejandro queriendo volar. ¿Sabés si puedo encontrar una ilustración a propósito? ¡Gracias!

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  2. Hola. Pues lamento no poder serte de más ayuda, pero los enlaces que tenía controlados (http://www.isidore-of-seville.com/ImagesofAlexander/ y http://www.isidore-of-seville.com/Alexanderama.html), en los que encontré las imágenes de Alejandro que usé en este post, parecen no funcionar desde hace unos días, y no he encontrado lo que pedías buscando por ahí. Tal vez estén en obras en esos sitios y dentro de unos días haya suerte.

    Gracias por visitar.

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