Cuánto tiempo sin actualizar este blog. Si espero a tener el tiempo 
necesario para ponerme a escribir una entrada con la calma y dedicación 
que me gustaría, pueden seguir pasando meses y meses. Tampoco pasaría 
nada, pero basta de preámbulos y al asunto.
Anoche vi 
Carrie, película dirigida por William Wyler en 1952, que adapta el clásico de la literatura norteamericana 
Sister Carrie
 de Theodore Dreiser. Resumiendo, la novela cuenta la historia de una 
joven (Carrie) que deja a su familia para ir a ganarse la vida en el 
Chicago de finales del siglo XIX. Tras pasar dificultades en sus 
intentos por integrarse en el duro mundo laboral de la época, en un 
determinado momento acepta el dinero de un hombre a quien conoció en el 
viaje (Drouet). Abandona a los parientes con quienes vivía y se va a 
vivir con él. Más adelante, conoce a un hombre casado con quien vive un 
romance (Hurstwood). Eventualmente, se va con él a Nueva York, donde 
inician una vida de casados que se va deteriorando a la par que la 
cartera de Hurstwood quien, arruinado e incapaz de encontrar trabajo, es
 finalmente abandonado por Carrie, quien encuentra su camino en el mundo
 del espectáculo, convirtiéndose en una estrella, mientras que su marido
 desciende a la miseria más absoluta.
Eso, resumiendo 
mucho. Realmente, con eso uno no se puede hacer una idea de la 
profundidad de la novela y los personajes, pero bastará para empezar a 
escribir algunas notas que me vienen a la mente tras haber leído la 
novela y visto la adaptación cinematográfica.
Voy a 
decirlo de una vez. ¿Cómo puede una novela tan madura, crítica y 
profunda como la de Dreiser convertirse en una película tan infantil, 
ñoña y adulterada? Vamos a ver si puedo explicarme, partiendo de ahí.
La
 novela explora las oscuridades de la sociedad industrial y capitalista,
 de una incipiente sociedad consumista donde las personas estaban 
empezando a perder su dignidad natural en pos de esa lucha vacía por 
adquirir productos y vivir de las apariencias, cuando no se morían de 
hambre directamente, por no pertenecer a la clase de los privilegiados. 
Es un análisis afilado y crudo, que muestra lo que hace esa sociedad con
 las personas, tanto los de arriba, rodeados de lujos y éxito social, 
como los de abajo, pisoteados y reducidos a la pobreza, expoliados de 
toda dignidad humana, y cómo uno puede fácilmente pasar de un lado a 
otro y ser igual de infeliz tanto si tiene mucho como si no tiene nada. 
Porque el problema está en los valores de esa sociedad, que podríamos 
resumir en la sentencia: eres lo que tienes. Cuyas consecuencias estamos
 viviendo hoy a plena potencia.
Ese mensaje brilla por 
su ausencia en la película. Lo que tenemos ahí es una historia de amor, 
pero un amor con el azúcar y la ingenuidad de esas películas de la 
época, de galán y enamorada. Bueno, no tan ingenua, como veremos luego. 
Aquí, el foco está en el romance entre Carrie y Hurstwood, un romance 
privado de la oscuridad moral que se ve en la novela. Los personajes del
 libro son profundamente egoístas. Nada de amor, o muy poquito, muy 
tapado por las tendencias egoicas. Por debajo de las apariencias, cada 
uno mira por su propio interés. Carrie quiere medrar en la vida. Drouet 
quiere tener a Carrie a su servicio indefinidamente. Hurstwood desea 
seducir a Carrie y acaba totalmente colgado de ella, cegado por la 
pasión, de manera que acaba renunciando a su matrimonio y su familia, a 
su trabajo, a su posición social, a todo. Pero ojo, no por amor. Lo que 
Hurstwood siente, y está muy claro en la novela, es un deseo creciente 
que le nubla el juicio hasta el punto de tirarlo todo por la borda y, lo
 que es más importante, de mentir a Carrie una y otra vez. Hurstwood nos
 demuestra sobradamente que no tiene escrúpulos a la hora de conseguir 
lo que quiere. No ve a Carrie, sino un medio para conseguir su objetivo,
 que es gozar de sus favores, sólo que poco a poco se va enamorando 
hasta el punto de perder el control y quedar a merced de sus propias 
pasiones. Le promete que se casará con ella estando ya casado, y la 
engaña con la mentira de que Drouet ha tenido un accidente, para que se 
vaya con él a Nueva York. De hecho, es un secuestro en toda regla, lo 
que comete el bueno de Hurstwood, después de robar una alta suma de 
dinero en su trabajo (empujado por el destino o la fatalidad, eso sí). 
Carrie se indigna mucho al principio, cuando se entera la pobre de que 
no están montados en el tren para ir a ver a su pareja al hospital, pero
 no le dura mucho la indignación, exactamente hasta que cae en la cuenta
 de que puede estar bien eso de mudarse a Nueva York, pasar de ser la 
amante del frívolo Drouet a ser la señora del que ella piensa, engañada,
 que es aún un caballero rico y pudiente, que le podrá comprar muchas 
cosas y ayudar a acceder a la alta sociedad. Carrie es una mantenida. Le
 gusta. En fin, tampoco la vamos a criticar excesivamente por eso, 
porque supongo que en su época no era tan raro, sobre todo si no se 
pertenecía a la clase obrera explotada. Además, como Dreiser ve muy 
bien, Carrie es una joven, en principio bastante inocente, que cae 
víctima de la sociedad consumista en contacto con los valores viciados 
del mundo urbano, igual que todos los demás.
¿Qué pasa 
en la película? Carrie y Hurstwood se enamoran desde el principio y lo 
hacen todo por amor, por ese "amor" romántico y adolescente, ñoño en 
definitiva, que al parecer debía de vender muchas entradas. Lo que más 
me choca es cómo Hurstwood es presentado como un caballero intachable, 
que se ve obligado a dejarlo todo por su tierno amor por la desamparada e
 inocente Carrie. De hecho, no tan desamparada según la peli, ya que en 
la manera de mostrar su relación asistimos, boquiabiertos, a ese mensaje
 no tan ingenuo al que hice alusión más arriba. En la película, 
atención, Carrie tiene la culpa de que Hurstwood, ese respetable varón 
que cometió un pequeño desliz, lo haya perdido todo. Carrie, suponemos 
que con sus artimañas de mujer, es la responsable de que el pobre 
Hurstwood se viera obligado a robar por amor, y de que acabe 
convirtiéndose en un mendigo. Así lo admite ella al final de la 
película, donde por lo demás el guión se toma la libertad de redimir a 
la pecadora Carrie adjudicándole el deseo de volver con Hurstwood cuando
 acude a ella por unas monedas. Por favor. El mensaje patriarcal, 
machista, misógino incluso, de la película, contrasta fuertemente con el
 profundo análisis que Dreiser hace de las relaciones entre hombre y 
mujer, en el que ambas partes viven, de una manera u otra, en una 
relación de dependencia.
Son muchas las libertades que 
se toma la película. Hay nuevos personajes de relleno, algunas veces 
rozando el ridículo (el perrito de Carrie, ejem), y nuevas escenas, o 
escenas cambiadas para reflejar la nueva orientación de la historia. 
Veamos un ejemplo que me llamó mucho la atención.
Cuando
 Carrie abandona a Hurstwood, en la novela, lo hace porque está cansada 
de mantenerle y de la vida gris en que se ha convertido su matrimonio, y
 sobre todo porque quiere gastar el dinero que gana como actriz en 
comprarse cosas. Nunca le quiso, en realidad. Esta es la nota que le 
deja:
"Dear George, I'm going
 away, I'm not coming back any more. It's no use trying to keep up the 
flat; I can't do it. I wouldn't mind helping you, if I could, but I 
can't support us both, and pay the rent. I need what little I make to 
pay for my clothes. I'm leaving twenty dollars. It's all I have just 
now. You can do whatever you like with the furniture. I won't want 
it.-Carrie." (Oxford, p. 400)
Bien. Y 
ahora veamos qué pasa en la película. Hurstwood va a ir a ver a su hijo,
 del cual ha leído en la prensa que viene a Nueva York. Carrie se siente
 afrentada y, en consecuencia (aunque inexplicablemente), le abandona. 
Esta es la nota de despedida, versión fílmica:
"Good bye George. You will be happier with your son. I was not good for you. Carrie."
Esta
 diferencia entre ambos textos muestra bien claro el contraste del que 
hablamos. La cosa queda reducida a una simple afrenta amorosa típica de 
relación adolescente.
Son dos historias bien 
diferentes, la de la novela y la de la película. Bajo mi punto de vista,
 la segunda no hace justicia a la primera, hasta el punto de que tiene 
muy poco que ver con la de Dreiser. No entro en las virtudes que pueda 
tener como película, en su género, en el contexto de su época, en cuanto
 a la interpretación de los actores, etc. Sólo me he preocupado de 
valorarla en comparación con la novela, por supuesto de una manera 
parcial, simplificada y limitada por la perspectiva, el tiempo y otras 
circunstancias. A pesar de todo, me parece un contrapunto interesante (e
 incluso divertido) a la lectura del libro. Daría para reflexionar y 
discutir mucho más.